Juan Antonio León es Psicólogo y Licenciado en psicología de la Universidad academia de Humanismo Cristiano, posee una especialidad en Psicología Clínica Constructivista, de orientación Post- Racionalista. INTECO Chile, Tiene un Diplomado en Psicoterapia Evolutiva Constructivista con niños, niñas y adolescentes. Universidad de Chile. Ejerce como Profesor de Estado en Educación General Básica. Universidad de La Serena y es además Docente de la Universidad Católica Silva Henríquez, Psicología del Desarrollo y del Aprendizaje.
Mi carrera como psicólogo ha significado un largo camino de estudios y de especialización motivado por conocer, comprender y guiar a mis pacientes en sus procesos emocionales. En mi experiencia previa como docente, trabajé con niños, niñas, jóvenes y sus familias, instancias en que puede aprender a observar los procesos del desarrollo en estas etapas tan claves del ciclo vital y entender la importancia de la relación familiar y de las experiencias tempranas.
Por otra parte, con la especialización en psicología clínica pude profundizar en la habilidades y competencias que debe desarrollar un psicoterapeuta para acompañar los procesos de los pacientes. Todo ello, me permite, desde una mirada constructivista, guiarlos en su camino de comprensión de sí mismos, de su manera de experimentar y de vivir su experiencia. Toda esta intervención terapéutica está basada en una relación respetuosa, empática, sin emitir juicios, donde cultivamos la confianza creciente lo que permite que el paciente vaya profundizando en su terapia y avanzando en la recuperación de su bienestar.
El trabajo psicoterapéutico con niños, niñas y adolescentes, se fundamenta en una mirada evolutiva – constructivista donde se considera la etapa del desarrollo en que el paciente se encuentra para adecuar la intervención clínica a las capacidades y potencialidades del momento presente, promoviendo estrategias que permitan un desarrollo más óptimo. Para esto, es fundamental el trabajo con los padres, de manera que puedan potenciar y acompañar la terapia de su hijo o hija, brindando las mejores condiciones para su proceso terapéutico.
Me motiva mucho ser testigo de la evolución y los cambios de mis pacientes, verlos más seguros, con mayor conocimiento de sí mismos, más claros hacia donde van, más felices. Es, sin duda, una experiencia que reconforta y alimenta la vocación. Despedirse de un paciente que se va de alta, es un momento emocionante que renueva el sentido de mi quehacer.